Pregúntele a La-Tecnologia: ¿Cuál es el problema con los robots humanoides?
Cuando se utiliza el término "robot", nuestras mentes suelen pensar en la imagen de una máquina humanoide. Estos robots son un elemento fijo de la cultura pop y, a menudo, se presentan como una especie de forma ideal.
Sin embargo, uno podría preguntarse: ¿a qué se debe esa fijación? Si bien estamos naturalmente obsesionados con recrear robots a nuestra propia imagen, ¿son estas máquinas bípedas la solución perfecta que imaginamos que son?
Para empezar, reconozcamos el atractivo que hay detrás de los robots humanoides. Al imitar la forma humana, en teoría pueden ejecutar tareas más fácilmente en entornos diseñados para humanos. Su forma de dos piernas y sus manos diestras facilitan una amplia variedad de tareas, permitiéndoles subir escaleras, abrir puertas y realizar una multitud de otras tareas en un mundo construido para el homo sapiens. En situaciones domésticas, en particular, esto es clave. Ningún robot aspirador con ruedas ha demostrado todavía ser capaz de superar estos sencillos obstáculos. Pero, ¿este enfoque antropomórfico de la robótica la convierte en una solución ideal?
En realidad, crear un robot que pueda realizar tareas específicas no requiere necesariamente que sea humanoide. Los robots con tareas específicas, diseñados centrándose más en la función que en la forma, a menudo superan a sus homólogos humanoides. Consideremos, por ejemplo, los robots industriales. Estas máquinas, desprovistas de cualquier indicio de forma humana, son mucho más eficientes en tareas de línea de montaje, carga y descarga de objetos pesados y otros trabajos de fábrica. Años de optimización han producido brazos gigantes sin cuerpo que, sin embargo, son capaces de realizar hazañas que ningún ser humano podría igualar. ¿Por qué construir un complicado e incómodo robot con forma humana para subirse y soldar a un chico del coche, cuando una máquina de seis articulaciones puede llevar la herramienta a donde necesita ir en una fracción de segundo?
Del mismo modo, el Roomba, un robot para limpiar suelos, triunfa sin brazos ni piernas. Tiene un diseño en forma de disco que le permite navegar debajo de los muebles. Nosotros, los humanos, por otro lado, tenemos que arrodillarnos y jugar, lanzando el vacío a las sombras. Los drones también, con su capacidad de flotar, superan a los robots humanoides en tareas como inspeccionar terrenos o entregar paquetes.
Los robots humanoides no aportan muchos puntos fuertes. En cambio, ofrecen una gran cantidad de compromisos y debilidades. La flexibilidad de la forma humana es que podemos realizar una gama casi infinita de tareas con un nivel aceptable de habilidad. Para los robots, esta flexibilidad suele ser inútil. Incluso si tuvieran un cuerpo humano perfectamente flexible con el que trabajar, carecen de la inteligencia y la capacidad para llevar a cabo una amplia variedad de tareas. El humano es un experto en todos los oficios, mientras que el robot es un maestro en uno. Funcionan mejor cuando se les dice exactamente cómo hacer una cosa y luego se optimizan en su conjunto para adaptarse.
Incluso los aspectos básicos de ser vagamente humanos son difíciles. El desafío está en la complejidad que implica imitar las habilidades humanas. Caminar sobre dos piernas, por ejemplo, es una maravilla del equilibrio y la coordinación que a los robots les resulta extremadamente difícil replicar. El gasto de energía necesario para que un robot bípedo mantenga el equilibrio a menudo reduce significativamente su tiempo operativo.
Además, replicar la complejidad de las manos humanas y nuestras habilidades motoras finas es una tarea formidable. La mayoría de los robots humanoides tienen capacidades de agarre bastante toscas en comparación con las de un humano, lo que limita su eficacia.
Incluso nuestros mejores esfuerzos aún están por producir un robot análogo a una mano humana con delicadeza, destreza y flexibilidad comparables. Por no hablar de la forma en que podemos coordinar nuestras manos con nuestras muñecas, brazos y el resto de nuestro cuerpo.
Luego están las consideraciones de costo y fragilidad. Diseñar y fabricar un robot humanoide es una tarea compleja y costosa, que a menudo resulta en máquinas menos duraderas y más propensas a fallas.
Entonces, ¿dónde nos deja esto con los robots humanoides? Resulta que últimamente están un poco de moda. Tesla está impulsando su robot Optimus y utilizándolo como truco de ventas en la ciudad de Nueva York. Empresas emergentes como Sanctuary AI están promocionando su propio humanoide Fénix con lo que promociona como una "inteligencia general similar a la humana". Tiene la capacidad de estrechar la mano y levantar el pulgar de manera poco convincente. Intel también está invirtiendo mucho, con una suma de 9 millones de dólares para apoyar el desarrollo del robot Figura 01.
Parece que el atractivo de los robots humanoides radica más en nuestra respuesta emocional hacia ellos que en cualquier promesa de gran funcionalidad. Parecen familiares y amigables, como los animales antropomorfizados que todos amamos en los dibujos animados. Prometen un futuro en el que los compañeros robots puedan integrarse perfectamente en nuestro mundo centrado en el ser humano. Pero es esencial recordar que, en muchos casos, el robot ideal puede no parecer humano en absoluto. Un Roomba es un disco de hockey.
Después de todo, el objetivo de la robótica no es crear humanos mecánicos, sino construir máquinas que puedan aumentar nuestras capacidades, asumir tareas que son peligrosas o mundanas para nosotros y, en general, hacernos la vida más fácil.
¿Entonces, qué piensas? ¿Son los robots humanoides el futuro o es mejor que desarrollemos máquinas para tareas específicas? ¿El "humano" en humanoide limita nuestra comprensión y desarrollo de la robótica? ¿Necesitamos simplemente cerebros robóticos más inteligentes para que el formato humanoide valga la pena? Comparta sus pensamientos en los comentarios a continuación.